Mandamientos. Poema de María Carretero García.
(Imagen de la autora)
níveo como la luna
que anhela el destello del astro rey.
Yo desobedezco desnudando mis rincones umbríos,
porque nací sin códigos,
y me evado de las imposiciones arcaicas.
Tú mandas que camine inmaculada,
que te prometa mi alma,
mi memoria,
a la espera de tu corazón embarcado.
Yo desobedezco porque soy insumisa,
valquiria que no se somete a estatutos ni caudillos.
Tú mandas que cante tus salmos,
ser único y omnipotente.
Yo desobedezco porque no ha nacido amante
que me atavíe una cadena.
Así toda una eternidad en la penumbra de una quimera.
Tú mandas, yo desobedezco.
Tú mandas que abrigue mi cuero,
níveo como la luna
que anhela el destello del astro rey.
Yo desobedezco desnudando mis rincones umbríos,
porque nací sin códigos,
y me evado de las imposiciones arcaicas.
Tú mandas que camine inmaculada,
que te prometa mi alma,
mi memoria,
a la espera de tu corazón embarcado.
Yo desobedezco porque soy insumisa,
valquiria que no se somete a estatutos ni caudillos.
Tú mandas que cante tus salmos,
ser único y omnipotente.
Yo desobedezco porque no ha nacido amante
que me atavíe una cadena.
Así toda una eternidad en la penumbra de una quimera.
Tú mandas, yo desobedezco.
(Del libro La voz universal, Jákara Editores, 2020).

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