Teléfonos. Poema de Tomás Sánchez Rubio.
(Imagen del autor)
con voz tranquila,
simulando una imposible indiferencia,
un descuido tristemente contradicho
por el hilo amargo de la distancia,
mi padre pensaba en la muerte cada vez
que despertaba de la siesta.
Se quedaba sentado en el borde de la cama,
como al intermitente filo de una vida entera,
y lo veía todo claro y definido.
Me imaginaba entonces a mi madre
haciendo como que cosía
en su sillita baja.
Miraría de hito en hito
por la ventana abierta con ojos opacos
de negro rímel, para que su marido
no se diera más cuenta de la precisa
de que la luz se iba apagando ya
en esos ojos que un día conquistaron
todo un mundo para él solo.
con voz tranquila,
simulando una imposible indiferencia,
un descuido tristemente contradicho
por el hilo amargo de la distancia,
mi padre pensaba en la muerte cada vez
que despertaba de la siesta.
Se quedaba sentado en el borde de la cama,
como al intermitente filo de una vida entera,
y lo veía todo claro y definido.
Me imaginaba entonces a mi madre
haciendo como que cosía
en su sillita baja.
Miraría de hito en hito
por la ventana abierta con ojos opacos
de negro rímel, para que su marido
no se diera más cuenta de la precisa
de que la luz se iba apagando ya
en esos ojos que un día conquistaron
todo un mundo para él solo.
Teléfonos(c)Tomás Sánchez Rubio

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