Delfos. Poema de Antonio Gómez Hueso.
Desparramado en la nostalgia de los tiempos,
Tan efímero como eterno,
tan recóndito como hospitalario,
tan misterioso como revelador.
Me reencarno en aquel peregrino
—dos mil quinientos años a mi espalda—,
vuelvo a purificarme en las aguas del Castalia,
duermo al raso en el barranco de Pleistos
y me hablan los dioses de siempre,
de Apolo a Gea, de Zeus a Atenea.
Y tengo una consulta para la Pitonisa:
“¿A qué cielo irá mi ser desvencijado
cuando la negrura me devore?”
Espero la tablilla reveladora.
Llega el sacerdote. Me la entrega.
“Tu alma es el cielo prometido.”
(Del libro “Mea Culpa”, Ed. El Abrazo del
Búho, Málaga)
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