La soledad, siquiera. Poema de Francisco García Marquina.
Imagen de Red
¿Para qué sirve un hombre a estas alturas?
Te estoy hablando a ti, con quien convivodesde todos mis años
en consentida y sucia cercanía.
Vives en confusión y andas escaso
de tus propias carencias. Ni siquiera
posees la soledad cuando estás solo.
Te habitan como posos de tiniebla
los que huyeron de ti. Y te deslumbran
las luces inconcretas de otros seres
que aún están por venir.
Caminas y no avanzas,
echas de más tus dedos y hasta parece ajena
esa costumbre de la respiración.
Pronto vas a ser libre de la necesidad
de estar en libertad, de que te absuelvan
del mal que no era tuyo.
Puedes firmar en blanco
en el papel mojado de los pobres
y sacarle la lengua
a la hermandad del truco y el milagro.
A ti te digo, socio
a quien encuentro en los espejos de diario
¿qué sabes de nosotros?
Tanta es nuestra ruindad, que ni siquiera
tenemos lo que somos.
Grande, Paco!
ResponderEliminarSí, Ana, qué grande era Paco.
ResponderEliminarD. E . P.
Sí, Ana, qué grande era Paco.
ResponderEliminarD. E . P.